DESARROLLO… ¿SIN PARTICIPACION CIUDADANA?
Jorge Aurelio Tantaleán Sánchez
En el País y en espacios locales como el nuestro, en los que es fácil notar múltiples demandas acumuladas y como siempre insuficientes recursos para atenderlos de manera urgente, es imprescindible –aun a riesgo– de fracasar, que el desarrollo sea producto del esfuerzo de todos; es decir, del estado y de la sociedad en la que se debe incluir a los actores empresariales, comunitarios e instituciones. Esto fomentará a desarrollar y despertar en los ciudadanos conciencia, capacidades y toma de responsabilidades sobre los problemas locales, sus soluciones y el bienestar común como resultado.
Se ha confirmado una vez más la capacidad de trabajo y la creatividad de nuestra población, notorio esto en la construcción de nuestras ciudades, la formación de pequeñas empresas, las diferentes estrategias de sobrevivencia por los más pobres, pero… en los últimos años el mal uso del poder del estado y la frustración ante las promesas del desarrollo (local, regional, central), han colocado a las personas a sólo preocuparse de sus intereses individuales y en no creer en una alternativa de desarrollo colectivo.
Ante este escenario es urgente reconstruir la capacidad de soñar de las personas.
Pero es necesario para esto contar con una visión común y compartida, es decir un proyecto de futuro y socialmente concensuado, una alianza estratégica para una visión común que despierte las habilidades y capacidades de compromiso de las personas y organizaciones.
El desarrollo local es por lo tanto resultado, no solamente de la acción municipal sino del esfuerzo sostenido de nuestras colectividades en función de objetivos, de una misión en el proyecto colectivo y de las estrategias que permitan ejercerlo aprovechando y poniendo de manifiesto el rol promotor, facilitador, desencadenador de iniciativas, articulador de todas las capacidades y recursos disponibles en un rol efectivo del gobierno local y no solamente proveedor o administrador de servicios y ejecutador de obras.
Jorge Aurelio Tantaleán Sánchez
En el País y en espacios locales como el nuestro, en los que es fácil notar múltiples demandas acumuladas y como siempre insuficientes recursos para atenderlos de manera urgente, es imprescindible –aun a riesgo– de fracasar, que el desarrollo sea producto del esfuerzo de todos; es decir, del estado y de la sociedad en la que se debe incluir a los actores empresariales, comunitarios e instituciones. Esto fomentará a desarrollar y despertar en los ciudadanos conciencia, capacidades y toma de responsabilidades sobre los problemas locales, sus soluciones y el bienestar común como resultado.
Se ha confirmado una vez más la capacidad de trabajo y la creatividad de nuestra población, notorio esto en la construcción de nuestras ciudades, la formación de pequeñas empresas, las diferentes estrategias de sobrevivencia por los más pobres, pero… en los últimos años el mal uso del poder del estado y la frustración ante las promesas del desarrollo (local, regional, central), han colocado a las personas a sólo preocuparse de sus intereses individuales y en no creer en una alternativa de desarrollo colectivo.
Ante este escenario es urgente reconstruir la capacidad de soñar de las personas.
Pero es necesario para esto contar con una visión común y compartida, es decir un proyecto de futuro y socialmente concensuado, una alianza estratégica para una visión común que despierte las habilidades y capacidades de compromiso de las personas y organizaciones.
El desarrollo local es por lo tanto resultado, no solamente de la acción municipal sino del esfuerzo sostenido de nuestras colectividades en función de objetivos, de una misión en el proyecto colectivo y de las estrategias que permitan ejercerlo aprovechando y poniendo de manifiesto el rol promotor, facilitador, desencadenador de iniciativas, articulador de todas las capacidades y recursos disponibles en un rol efectivo del gobierno local y no solamente proveedor o administrador de servicios y ejecutador de obras.
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