Editorial

PARA LA HISTORIA DE LAS IDEAS

En la búsqueda de razones para escribir un Editorial, nos hemos puesto a reflexionar en torno al compromiso de los militantes. Hablamos de los militantes que conocimos en el mejor momento en que el marxismo los forjaba: místicos, disciplinados, generosos. Pues ser militante era participar y contribuir a cambio de la única recompensa, ser militante.
Hoy ese concepto también ha cambiado en el propio militante. Al parecer, los cambios no perfilaron mejor su condición. Porque ser militante era ser un cuadro político, es decir, una persona con muchas capacidades e iniciativas ante cualquier circunstancia.
Por eso la mayoría no cree ahora en los militantes de su partido. Entonces, sin quererlo, se hace acompañar del más astuto porque habla bonito pero actúa con trampa. El siguiente texto de Eduardo Galeano, titulado “Para la cátedra de Historia de las Ideas”, extraído de “Patas arriba/ Escuela del mundo al revés” (pág. 317) lo grafica con ejemplos:
«- ¡Como has cambiado de ideas, manolo!
- Que no, Pepe, que no.
- Que sí, Manolo. Tú eras monárquico. Te hiciste falangista. Luego fuiste franquista. Después, demócrata. Hasta hace poco estabas con los socialistas y ahora eres de derechas. ¿Y dices que no has cambiado de ideas?
- Que no, Pepe. Mi idea ha sido siempre la misma: ser alcalde de este pueblo.»
Ya se acercan nuevamente las elecciones y muchos maquillarán sus rostros. ¿Cómo reconocerlo que no son los lobos disfrazados de ovejas? Que no actúen de acuerdo a sus conveniencias sino en pro de la solución a nuestros problemas de siempre.
Sí, faltan militantes porque faltan partidos orgánicamente constituidos. Faltan partidos porque las cúpulas dirigenciales sustituyen a sus militantes de base. Sin militantes no hay partidos y sin partidos no habrá militantes como los que conocimos: místicos, disciplinados, generosos.