RÍO LLAUCANO
César Mejía Lozano
Ayer, caudal de vida.
Hoy, fosa común.
Muertos anónimos pueblan tus aguas.
Te contemplo desde siempre
a veces silencioso, a veces taciturno
a veces melancólico
a veces.. sólo a veces.
Vienes lento como un anciano
que ha perdido su bordón;
pero luego te aceleras, te alegras
y gritas como un chiquillo;
corres pendiente abajo
como un niño en el recreo.
A veces te desbordas
en un griterío de multitud
y otras, avanzas lentamente
con la devoción de una muchedumbre
en procesión.
Río Llaucano,
en ti yace inmóvil
la memoria y el fuego,
el fuego en que se fraguó nuestra historia.
En ti floreció la vida, millones de especies
cantaron en tus aguas;
hoy eres un cementerio.
El mineral te asfixia,
la ingratitud te ahoga,
ambos te quitan la vida a pausas.
Río Llaucano
¡Qué cobardes somos tus hijos!
¡Qué cobardes!
¡Que te dejamos morir!
César Mejía Lozano
Ayer, caudal de vida.
Hoy, fosa común.
Muertos anónimos pueblan tus aguas.
Te contemplo desde siempre
a veces silencioso, a veces taciturno
a veces melancólico
a veces.. sólo a veces.
Vienes lento como un anciano
que ha perdido su bordón;
pero luego te aceleras, te alegras
y gritas como un chiquillo;
corres pendiente abajo
como un niño en el recreo.
A veces te desbordas
en un griterío de multitud
y otras, avanzas lentamente
con la devoción de una muchedumbre
en procesión.
Río Llaucano,
en ti yace inmóvil
la memoria y el fuego,
el fuego en que se fraguó nuestra historia.
En ti floreció la vida, millones de especies
cantaron en tus aguas;
hoy eres un cementerio.
El mineral te asfixia,
la ingratitud te ahoga,
ambos te quitan la vida a pausas.
Río Llaucano
¡Qué cobardes somos tus hijos!
¡Qué cobardes!
¡Que te dejamos morir!
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