TESTIMONIO POÉTICO DE VITELIO MEJIA VARGAS
José López Coronado
Había quienes pensaban que el poeta no volvería. Pero Vitelio Mejía Vargas está de regreso. Y para recuperarse de su ausencia, regresa jubiloso y con una antología poética personal, Testimonio de mis latidos, que recoge sus publicaciones anteriores y otros títulos inéditos.
En 1993 publicó (en Ediciones Wayrak) el poemario Coronario del pedregal con 28 textos. Ahora contiene 21 (ya no están: A la Perla de Chot, Mi rosa, Canto a mi amada, Aflicción, Un encargo, Invocación, y El deseo de retornar) e incluye tres poemas nuevos (Incomprensión, Campesino y Hebradora). Para explicar su contenido, cito lo que escribí como Presentación en esa oportunidad:
“Corolario es un término esencialmente matemático, definido como proposición que se deduce fácilmente de lo ya demostrado. Pedregal no es sino un paraje cubierto de piedras. Por tanto, el poemario Corolario del pedregal se anuncia como experiencias poéticas escritas acerca de la inexperiencia humana de vivir. ¿No es de piedra la incomprensión, la desigualdad social, la limitación de la libertad, la muerte, la soledad y el dolor?”
Su segunda publicación sucedió en 1999 (también en Ediciones Wayrak). Serenata íntima es un opúsculo que reúne, en 16 acrósticos emocionados, a toda su familia (noto sí que el poema Acróstico fúnebre ha sido sustituido por el poema Lunita). El poeta chotano, al presentarnos a los suyos, se enorgullece de su sangre y su latido, tal como dije al presentarlo también entonces:
“¿Qué poeta no ha cantado a sus seres queridos? Entonces no es pura ostentación dedicarle una serenata lírica a la familia amada. Menos, si esta melodía está compuesta con el auroral gorjeo andino, también con el rumor de nuestros ríos -orquestados con cascadas- y aún con el silbido del viento que se lava la cara entre la floresta en flor… Consecuentemente, es humano, ético y lícito que Vitelio Mejía Vargas nos entregue Serenata íntima para celebrar con nosotros su innato cariño familiar…”
Hilandera, amor y nieve ya se anunciaba como poemario desde la publicación de Serenata íntima. Se compone de 20 sonetos agrupados en tres secciones, tal el título: los que corresponden aHilandera (10) están inspirados y dedicados a su madre y, principalmente, a su abuela materna, Amor(05) son sonetos embebidos en ese sentimiento y Nieve (05) recoge momentos de la biografía del autor tratando de componer su propia balada existencial.
Cancionero, en tanto, contiene un conjunto de 44 canciones, muchas de las cuales están siendo difundidas por intérpretes folclóricas por de la región con bastante éxito, ya en voz de las Hnas. Vargas, sobrinas del poeta (Besitos dulces), o las Hnas. Cervantes (Compromiso verdadero, Quiero ser tu amor, Dulces caricias, Cariñito, Vidita), también por Edil Silva Coronel, El Chotanito del Perú (Gustitos del corazón, Si me vez con ella, A dónde andarás, Soy chotanito, Si a mi lado no estás, Por un besito, Promesa de amor, El pararaico), Maritza Ramos (Lindos ojitos), Rosa Coronel y Amalia Infante, Las Muchachitas del ande (Quererte prometo), y Los consentidos de Chota (Mis consentidas, Tus celos, corazón, Paisana mía, y Por tu querer).
Identidad, a su vez, contiene tres poemas de amor al terruño y una confesión final. Esta es la identidad de Vitelio Mejía Vargas, su preocupación social, su amor a la familia y el terruño, así como el deleite que ofrece nuestra música regional. Desde la nostalgia individual hasta el jolgorio colectivo, constatamos que existe en nuestro espíritu un hermoso paisaje, don de gente, así como una suma de satisfacciones evidentes.
Finalmente, la Testimonio de mis latidos, la Antología personal de Vitelio Mejía Vargas, también incluye dos cuentos de temática familiar, allá en su Chalamarca irrenunciable y configurada en los escenarios de Cebadaconga. La rosita del camino narra el nacimiento de su hermanita menor de ese nombre. Y De mi casita para arriba recrea el perjuicio que suelen hacer los zorros en los corrales andinos y la caza obligatoria del dañino.
En este reencuentro, el poeta reflexivo y protestatario de Corolario del pedregal, es introspectivo y tierno en Serenata íntima, continúa su idilio hacia sus ancestros en Hilandera, amor y nieve en el cual, además, lo advertimos apasionado con su amada, en tanto que se vuelve festivo y jaranero a lo largo de su Cancionero, y nunca más amoroso con su lar nativo en Identidad y sus relatos finales. Razón tuvo la poeta lambayecana Mariana Llano cuando dijo en su oportunidad de él: “Vitelio Mejía Vargas es el más prometedor de esta nueva hornada de vates chotanos”. La promesa está cumplida: Vitelio es uno de los poetas más importante de su generación (Videlmo Núñez Tarrillo, Requelme Vásquez Bustamante, Blasco Núñez Carranza) y Testimonio de mis latidos es sólo el reinicio de su trabajo poético, del cual sus lectores esperan mucho todavía.
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