DEL FÚTBOL A LA AUTOESTIMA NACIONAL
Paolo Pérez Puelles
Provengo, como muchos, de una generación peculiar, de una generación afutbolizada, derrota tras derrota se fueron mermando las ganas de gritar un gol de su selección. Supongo que la otrora y aun muchachada fue creándose medios de autodefensa para soportar la incapacidad de nuestro fútbol. Por lo que sé, algunos retiraron para siempre este deporte de su cerebro, otros se convirtieron en seres anti fútbol.
Me pareció extraño ver ganar a la selección en la Copa América, más extraño fue mi incapacidad de gritar a todo pulmón, me doy cuenta ahora que no sé celebrar un gol de nuestra selección, la falta de costumbre quizás, pero poco a poco fui vocalizando y emergió ese grito atascado en décadas de frustraciones futboleras.
Hay algo cierto en el tema fútbol: éste incide directamente en la autoestima de la nación, pues a todos nos gusta que nuestra selección gane, pero de allí a atribuirle tal excesiva valoración a un deporte es una exageración que no nos hace falta; ya que a nosotros, los peruanos, nuestra autoestima como nación la debe fundamentar la inmensa, rica y variada culturalidad. Pues somos personas con un peso cultural innato, genéticamente, desde las entrañas de nuestras madres estamos absorbiendo una tierra con tal riqueza cultural, al nacer lo percibimos en los olores, sabores y sonidos, en las razas que se entremezclan por nuestras calles, escuelas y mercados. Cada lugar de nuestro país es un deleite cultural en todos los aspectos, una cultura viva que obsequia y crea los lazos incuestionables en la estructura de una nación, la Identidad.
Por ello hay la necesidad de cuidarla, en el sentido no de convertirnos en entes cerrados que no toleremos culturas foráneas, sino y más bien contribuir, difundir, informar, traspasar, fomentar, enseñar a las nuevas generaciones, los mil y un detalles de lo que somos y de dónde venimos. Creando identidad para formar mejores personas, seguras, rebosantes de aportes culturales en cada acción. Conocedores de lo nuestro, respetando sin complejos a otras culturas sin mirarlas ni desde arriba ni desde abajo, si no de igual a igual.
Pero hay quienes equivocan el mensaje, me pareció un absurdo, por ejemplo, la publicidad en la que Oblitas, primero fomenta xenofobia y segundo, él y las empresas que representa, intentando hacernos creer que somos un mejor país porque aceptamos más inversión minera que otros países. Propuesta, que no dio resultado ya que inmediatamente sacaron del aire el comercial debido a las críticas. Incluso se le asume un dato estadístico falso; si superaríamos lastres como el analfabetismo y la desnutrición infantil y nuestros niños no deambularan sobreviviendo en los semáforos de las ciudades.
En tanto, hay muchas cosas aun por mejorar, pero al margen de fiascos de políticos estafadores, funcionarios mediocres y que ganemos o perdamos un partido de fútbol, la autoestima de la nación debe permanecer sana, lucida y guapa.
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