CARLOS FUENTES Y CESAR VALLEJO EN MONPARNASSE
Blasco Núñez Carranza
El maestro escritor, el escritor comprometido, el incansable defensor de la libertad partió sorpresivamente este 15 de mayo. Carlos Fuentes Macías, mexicano universal nacido en Panamá un 11 de diciembre de 1928, ya descansa en París, en el reposo de famosos como es Monparttnasse. Allí junto Charles Baudelaire, Jean Paul Sartre, Julio Cortázar y nuestro inolvidable César Vallejo entre otros. Fuentes diría en su oportunidad que: “la función del escritor no es aplaudir a los políticos, sino criticar, en el buen sentido de la palabra, y ofrecer soluciones”. Como protagonista del boom diría: “Los escritores latinoamericanos tenemos que asimilar el enorme peso de nuestro pasado para no olvidar que es lo que nos da al vida”. Si uno olvida su pasado, muere. Fue activo antimperialista, así como, admirador de la revolución cubana. Como antimperialista criticó duramente a la política expansionista del presidente norteamericano George Bush. Porque siempre decía: “Hay que mantener la imaginación y el lenguaje”. Sin imaginación y sin lenguaje, una sociedad no prospera, no funciona. Tenemos que saber emplear las palabras, tenemos que saber imaginar las cosas. ¿Por qué el poder trata de silenciar a los escritores? Porque no quiere una imaginación y un lenguaje distintos a los del poder. El escritor desautoriza, por su naturaleza misma, al poder. El poder democrático lo tolera, el dictatorial no. Y ahí está ya la función claramente del escritor: crear imaginación, crear lenguaje, para enriquecer la libertad de la sociedad. No olvido también de las influencias en el boom latinoamericano. “Yo creo –dijo– que una gran influencia sobre el boom fueron Vallejo y Neruda, los grandes poetas de la América Latina, porque mantuvieron vivo el lenguaje. Nos dieron un lenguaje sobre el cual operar. Además agregaba: “lo que nunca ha fallado en América Latina desde Sor Juana Inés de la Cruz, es la capacidad poética”. Así logró conjugar, en su obra, la modernidad con la tradición literaria de México. “Las buenas conciencias” sobre la revolución cubana. “La muerte de Artemio Cruz” sobre la revolución mexicana. “Aura” sobre la vida de la muerte. “Cambio de piel” novela llena de símbolos sobre periplos turísticos. También publicó “Los días enmascarados”, “La región más transparente”, “Terra nostra”, “La cabeza de la hidra”, “Agua quemada”, “Orquídeas a la luz de la luna”, “Gringo viejo”, “Cristóbal Nonato”, entre otras. Estuvo para publicar “Federico en su balcón” (Dialogo con Nietzche) y por escribir: “El baile del centenario”. Recibió muchos premios, entre ellos, Rómulo Gallegos 1977, Cervantes 1987, Príncipe de Asturias 1994. Seguir deleitándonos con sus obras el destino lo evitó.
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