ELECCIONES Y CRISIS DE PARTIDOS POLÍTICOS
Oscar Sánchez Ruíz
Sumado a los 27 partidos políticos de carácter nacional, el Jurado Nacional de Elecciones tiene registrado cerca de 500 organizaciones de alcance regional, provincial y distrital participando del presente proceso electoral. Esta realidad contrasta abismalmente con el escenario político de inicio de la década de los 80 (hace 30 años) en el que el Apra, la alianza acciopepecista (APPPC) y la Izquierda Unida (IU) coberturan el espacio político nacional con estructuras orgánicas regularmente activas, propuestas programáticas y fundamentos doctrinarios.
A fines de los 80, frente al funesto fracaso del gobierno aprista, la izquierda no logra canalizar el descontento del pueblo para afirmarse como opción de gobierno. Esta crisis política partidaria abona la incursión de improvisados movimientos políticos denominados independientes. Ricardo Belmont en 1989, líder del Movimiento Cívico Independiente Obras, es elegido alcalde de Lima. En 1990, Alberto Fujimori es electo Presidente de la República representando al Movimiento Político Cambio 90. De esta manera se inicia un nuevo periodo en la vida política nacional.
Fujimori, detractor empedernido de partidos políticos, promueve y representa a seis movimientos políticos independientes. Al finalizar el año 2000 y acorralado por escándalos de corrupción, violación de derechos humanos, contratos entreguistas, despilfarro de presupuesto, etc., huye del país para refugiarse en Japón. Posteriormente es extraditado, procesado y sentenciado por graves delitos.
A partir del 2002, la aspiración popular resulta hegemonizado por el movimiento político Perú Posible liderado por Alejandro Toledo. Al igual que su antecesor Fujimori, Toledo co gobierna con una cúpula de agentes de intereses rentistas y camarillas corruptas. Posteriormente, Alan García, representando al Apra, retorna a Palacio derrotando a Ollanta Humala del Partido Nacionalista. García, en este segundo periodo, profundiza la aplicación de medidas políticas neoliberales en prejuicio del país.
En consecuencia, en las tres últimas décadas, los presidentes llegaron a Palacio prometiendo atender las demandas del pueblo, sin embargo gobernaron contra el pueblo. No han fortalecido partido político alguno, sino que los han satanizado y/o desprestigiado con su práctica. Para gobernar institucionalizan cúpulas autoritarias, corruptas y rentistas; aplacan la protesta del pueblo recurriendo a la represión y al clientelaje a través de humillantes programas de apoyo social.
El humalismo, recurriendo al abstencionismo suicida como estrategia en las elecciones municipales y regionales trajina por este mismo sendero. No ha sido capaz de fundarse como sólido partido político, por tanto ha dejado de ser el nuevo proyecto político del pueblo. No obstante, mantenemos nuestro compromiso y disposición a contribuir en la fundación del histórico partido que el pueblo espera.
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