ACUNTA

CRÓNICAS DEL TILDER

DON VENTURA PAISHIRUNA

Blasco Núñez Carranza

El horizonte abría el libro de alborada y don Ventura Paishiruna abrió la puerta de su casa profetizando visita. Una arañuela colgada del umbral le rozó el sombrero junco y, sobre del zaguán, su gata pañuela peinábase con apuro. Su mujer, dona Hilaria Shauashaua agregaba haber soñado bestias de carga y haber visto, ayer, posarse y revolotear a la mariposa azulina en el estrado y corredor. Ya sentado en su banco de maguey, don Ventura, quipichaba en su poncho a la “fondo verde” (coca) para escoger y soplar las impurezas, luego “armarse” y “rematar” una canasta poronga. Un insectillo intruso se colocó en su boca y al no poder arrojarlo se resignó: “es señal de buen bocao”. Al instante le sobresaltó un ladrido de Cashtingo. “Bien me dijo la fondo verde” se dijo. Llegaba el Gringo Bernasconi buscando datos sobre las Ron-das Campesinas para su tesis. Seguido al saludo andino–gringo sentáronse en el estrado sobre un pullo de lana y dialo-garon. “Poder saber, míster, aquí quien fundar rondas campesinas?” “Aquí en Monterilla, Taytito, lo fundaron los ladrones”. “No poder ser –dudó el gringo– ¿culpa de ladrones será?”. “Claro –refirió Ventura– en otros sitios lo han fundao los honraos, pero aquí no”. “Ampliar”, oyó. “Viéraste pocá, como hoy las mismas manos que antes apuradas desataban las sogas y jalaban el ganado de noche, hoy cogen el juete y penquean a quien jala un puñadito de yerba”. “Seguir”, escuchó. “Nosotros por decir que robar es pecau tamos pobres, viéraste los bacsheros, sin pasar trabajos, se engalgaban y togaban bien, abusaban chinas y la justicia pa nadita porque con la plata que juntaban con el robo, estudiaban a sus hijos paguardias y agradaban abogaos a que les defiendan y cuando íbamos dar parte que nos han dejao calatos, se burlaban y querían meternos a la chirola porque calumniamos adrecito y peor si tocábamos honor de un patrón del pueblo, no había justicia así nos vían matao por agarrarnos en nuestras cositas”. El lápiz seguía activo. “Ay pa las fiestas era fregau, dormíamos con nuestros animalitos y ay Dios si soñábamos gavilán, ratón o tijera era reglita pa robo y sólo nos consolaban cuando venían los “austriacos” vernos la suerte y decían que nuestros ganaditos han de volver y hacíamos velar el rastro de los bacsheros tal ves se quebraran el trasero y así acababamos la platita que nos quedaba”. El gringo valoró el relato pero suplicó una aclaración. “¿Cómo fundamentar que ladrones fundar rondas?” “Facilito –aclaro Ventura– ja, fíjese pue lo fundaron pa que ya no les roben lo que ellos antes habían robao”. Bernasconi, contento, guardó la libreta de notas y sacó de su mochila galletas que disfruta-ron con agüita de lanche que sirvió la familia Paishiruna Shauashaua.