ACTUALIDAD
¡BUENOS DÍAS!
Carlos Alberto Vigil Vásquez
Es verdad que en las grandes ciudades nadie saluda a nadie, a menos que sea un familiar o amigo entrañable el que te encuentres por la calle. Las grandes ciudades, por ello, parecen habitadas por zombis. En ciudades como la nuestra, en cambio, el saludo es un gentil uso que va camino de la extinción. En las escuelas, y en los hogares, pareciera que ya no se enseñan las buenas costumbres.
Siempre he dicho que el saludo no quita nada, todo lo contrario, da mucho. Además de las simpatías, el saludo nos regala el respeto y consideración de las gentes y, de manera especial, nos alienta a vivir mejor; es decir a darle un mejor sentido a la vida. El saludo es un parabién.
Hay gente que saluda por respeto, por amistad o por cariño, dependiendo a quién se dirija. Pero lo que casi todos hacen es saludar por simple costumbre, casi maquinalmente. Pocos se han puesto a pensar que un "¡buenos días!" es mucho más que un gesto de cordialidad o buena educación. ¡Es un deseo de que todo te vaya bien durante el día! ¿No te das cuenta de que te están bendiciendo el día?
Cada mañana al despertar, lo primero que hago es agradecer a Dios por una nueva oportunidad de vida y, al salir a la calle, le pido que me vaya bien.
Y cuando escucho un "¡buenos días, Carlitos!" ya me siento bendecido. Y allá voy, como político en campaña pero más sincero, con el brazo en alto, saludando y deseando lo mejor a todos mis amigos. Y aunque algunos que se dicen mis amigos hipócritamente me sonríen, mascullando no sé qué entre dientes, también les doy mi bendición. Total, no pierdo nada. ¡Mira tú!
Que siempre tengan una buena lectura y, de todo corazón, ¡buenos días, amigos!
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