“Chota mía, lo que te da carácter
son tus hombres eficaces como tiro de fusil
y tus mujeres ágiles con ternura de torcaz”..

Anaximandro Vega M

10/07/2007

VOCES

A PROPÓSITO DE LA EVALUACIÓN MAGISTERIAL

Arnaldo Guevara Vidarte


Entendemos que, la evaluación es un medio para corregir y alcanzar la eficiencia en nuestra actuación cotidiana en cualquier campo. Es valiosa para el padre de familia, quien a partir de la observación del actuar de sus hijos, puede tomar decisiones para mejorar sus comportamientos. Lo es para el profesor, que a través de las respuestas que obtenga en el aula, puede modificar o cambiar sus métodos de enseñanza-aprendizaje. O sea, es útil, si se orienta a efectivizar cualquier actividad que realiza el hombre; ya sea el maestro, el constructor, médico, agricultor, enfermero, obrero, abogado, presidente, alcalde, congresista o dirigente sindical.

Por eso, la evaluación magisterial debe orientarse a optimizar la labor educativa. Como proceso, debe evaluar actitudes, destrezas, habilidades, conocimientos y metodologías pedagógicas, porque éste es el quehacer del profesor frente a sus alumnos. Porque siempre debe haber una relación entre la evaluación y la actividad teórica y práctica personal. De lo contrario, si se evalúa como se pretende hoy, sólo se buscará el des-pido y el chantaje de los maestros, que están bajo la mira de algunas “autoridades”.

Sin embargo, cuando hablamos del tema magisterial, lógicamente, se requiere una evaluación de contexto. Es decir, hay que reflexionar sobre las circunstancias sociales, laborales, económicas y políticas en las que actúa el maestro. Analicemos, ¿qué capacitación recibe? ¿Qué salarios percibe? ¿En qué condiciones de infraestructura labora? ¿A qué tipo de alumnos orienta? Y, ¿qué recursos tecnológicos tiene a su alcance? Por supuesto, ante estas interrogantes hay una sola respuesta: El docente se desempeña, en la mayoría de los casos, en un ambiente de postergación y olvido. Si no veamos, cuantos están siendo capacitados. Cuantos no tienen posibilidad de trabajo. Cuantos docentes no perciben el mínimo vital, refiriéndonos a los que trabajan en horas de reforzamiento de Matemática y Comunicación.

Por otro lado, ante la pregunta, ¿quiénes deben evaluar? La respuesta es obvia. Deben ser los docentes capacitados, idóneos, honestos y versados en una especialidad determinada. Nunca aquéllos que corren tras los cargos o los consiguen por favores políticos, coima o chantaje. Tampoco, los especialistas que nunca ejercieron la actividad docente o se encuentran muchos años fuera de ella. Por esto, para que la evaluación sea real y justa, se requiere el diálogo con el magisterio, su capacitación permanente, y sobre todo, el fin del autoritarismo y corrupción en las instituciones y dependencias educativas.

Finalmente, hoy que se han cerrado las puertas de participación al gremio de los maestros, ¿habrá transparencia e imparcialidad en la evaluación y en el concurso para cubrir 25 mil plazas docentes? Lo creemos poco por los antecedentes negativos que han existido en nuestra sociedad. Por la imposición y la arbitrariedad de una ley. En fin, por l aprovechamiento político al que nos tienen acostumbrados.

Pero, esta vez ojala no sea así.

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