“Chota mía, lo que te da carácter
son tus hombres eficaces como tiro de fusil
y tus mujeres ágiles con ternura de torcaz”..

Anaximandro Vega M

8/11/2011

El breve narrar

CÁLCULO
Javier Lerena Castillo


Invitándolo a pernoctar en su casa, arriba en Negropampa, don Cristóbal quiso demostrarle su afecto al nuevo preceptor de la última de sus hijas. Le agradeció, además, el gesto que tuvo el domingo de haberle invitado en la ciudad unos bizcochos con su gaseosa. Miguel, el preceptor invitado, por su parte no evitaba cruzar su mirada con Eusebia, la primogénita, que al verse soslayada no hacía más que bajar la mirada.

Después de la cena de hoy miércoles y mientras charlaban de todo, Miguel hacía los cálculos para, en el momento oportuno, gatear hacia la cama de la china coqueta. Papayita, se dijo. Cansados de charlar los anfitriones y el huésped apagaron el lamparín porque había que madrugar a las tareas diarias.

Dio un primer sueño o al menos eso hizo creer. Los demás roncaban. Él contuvo la respiración y emprendió su travesía de rodillas.

Falta poco, poquito, exhaló imperceptiblemente. Llegó. Examinó a la pretendida y estuvo a punto de acostarse a su lado, pero…

- ¿Qué desea profesor? -le preguntó el papá que había encendido un fósforo cerca de su rostro confuso.

- ¡Ah!… Qué… Este…

- No se haga el sonámbulo, carajo, ¿acaso cree que no me di cuenta de su pendejada?
¿Calculó mal? No, su lujuria le delató mucho antes. Don Cristóbal y su mujer estaban en la cama de la hija y ella en la de los padres.

- Quiero ir a la letrina -dijo Miguel.

- Enséñale, Cristóbal, por donde se vaya -dijo su mujer.

- Ajá -contestó él.

Miguel no volvió a entrar. La china simulaba seguir durmiendo. Aunque después le comentó a Miguel que se quedó apenada por el frío que ella también sintió esa anoche.



Cuentos del Tío Lino:
EL BASTÓN
Andrés Zeballos de la Puente (*)

El Tío Lino se quería ir a Contumazá pero llovía a chorros y no tenía bestia a la mano.

Cuando escampó, el Tío se animó a irse a pie nomás aunque el camino era un solo barrial.

Pa no caerse en los resbaladeros, el Tío cortó con su machete una rama de aliso a modo de bastón. Por Curipampa sencontró con un su amigo de los tiempos y entón se pusieron converse y converse, el Tío recostao en su bastón.

Tanto fue la conversación quiala hora de despedirse el Tío Lino no pudo despegar su bastón del suelo porque ¡ya le había brotao raíces y ramas!
(*) Narrador contumacino

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