LEGENDARIO AMIGO
Juana Doris Cusma Cabanillas
Sucedió en la “Capital de la Primavera”, Trujillo. Eran tiempos lindos, cuando recogía perritos callejeros y gatos sin hogar para alimentarlo; pero, pensé un día, ¿si en lugar de animalitos, alimentara niños? Así fue como acepté en adopción cada animalito. Pero un perrito de raza labrador, color amarillo, regresó a la casa por dos veces y decidió vivir en el jardín de la calle. Él era peculiar y parecía tener inteligencia, ¿por qué? ¡Se dejaba bañar! Él nos perseguía por dónde nos desplazábamos y nos acostumbramos a él. Mis hijos Kristony y Jorge le pusieron de nombre “Lander”.
Juana Doris Cusma Cabanillas
Sucedió en la “Capital de la Primavera”, Trujillo. Eran tiempos lindos, cuando recogía perritos callejeros y gatos sin hogar para alimentarlo; pero, pensé un día, ¿si en lugar de animalitos, alimentara niños? Así fue como acepté en adopción cada animalito. Pero un perrito de raza labrador, color amarillo, regresó a la casa por dos veces y decidió vivir en el jardín de la calle. Él era peculiar y parecía tener inteligencia, ¿por qué? ¡Se dejaba bañar! Él nos perseguía por dónde nos desplazábamos y nos acostumbramos a él. Mis hijos Kristony y Jorge le pusieron de nombre “Lander”.
Demás, en mi dulce hogar comencé a dar alimento a niños juntos con mis dos hijitos; pero, pensé, ayudaré a los niños de las escuelitas cercanas a mi casa, y así, organizando a los padres de familia y pidiendo donaciones, logramos dar a cada niño una ración de arroz con leche y dos panes, todos los días a las 10 a.m. Los niños apreciaban su alimento y estaban muy contentos, “Lander” contemplaba cuando los niños comían y parecía que gustaba de las buenas obras y acciones, ¿por qué movía la cola?, los niños lo amaban y yo también.
Un día nos dieron donación de pescado salado y sugerí que se repartiera de inmediato a los niños para evitar conflictos, me comunicaron que había gente que se robaba la comida de los niños, sin piedad y escrúpulos en lugar de ayudar y mitigar la tristeza del hambre de la humanidad. ¡A esa barbarie! Yo, llamé “pecado mortal” y a ellos, “ladrones”, ya que nuestros niños peruanos sufren de desnutrición. Eso ocasionó la furia del señor Armando Briceño, qué cuando llegó el día de la Asamblea Popular para hacer balance, este señor subió al estrado para increpar a las comisiones y refiriéndose a mi persona, dijo que yo era autoritaria; nos hizo sentir mal y yo ex-clamé… ¡Viejo malvado! ¡Cómo se atreve! ¡Qué pretende!
Lander estaba echado en mis pies, cuando se paró y se escabulló entre la gente. Hasta ahora no salgo de mi asombro y como si le hubiera ordenado, subió al estrado y muy enojado cogió de la pantorrilla a tal señor, que vociferaba, al sentir las fauces del can. Briceño comenzó a gritar, el miedo y el terror se apoderaron del cobarde, dejando caer el micro y bajando del estrado huyó corriendo. Lander ladraba al micro como queriendo expresar un mensaje; es decir, sus ladridos imponentes se escuchaban ampliados en los parlantes. Por eso, la gente no paraba de reír y aplaudir, las lágrimas brotaban de sus ojos de tanta risa. En mis ojos también había lágrimas, pero, eran de llanto por aquél compañero fiel que todas las mañanas me acompañaba a los desayunos populares, jamás se cansaba o se quejaba y jamás pensaba en corrupción. Él sabía nuestros andares firmes.
“Lander” vino y se posó cerca a mis pies, siempre vigilante, mi corazón estaba agitado, incorporándome, lo abrace y le dije: “Lander, no soy tu ama; soy tu hermana y compañera, eres el ángel que Dios nos envió para enseñarnos: La justicia, el trabajo y amor”.
Hoy al escribir para ti, Lander reconozco tu verdadero valor de hermano guerrero y amigo fiel.
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