CIUDADANO DEL MUNDO
Manuel Rodríguez Gutiérrez
Todos los seres humanos sufrimos múltiples transformaciones, tanto físicas como ideológicas, a lo largo de nuestra vida.
Yo no soy la excepción y, llegue por ejemplo a pertenecer a las más selectas logias religiosas. Para luego dar un giro y reafirmarme con Nietzsche en aquello de que “Dios había muerto, pero aquí estaba yo”.
Ya para cuando tenía treinta años me bañaba con ideas transformadoras, y firme cuanto manifiesto y carta salvadora del mundo se me pusiera por delante.
Ahora que el silencio de mi alma intensifica mis sentidos y mis reflexiones se centran en el canto de los pájaros y el apurado ir y venir de los hombres.
Todo eso paso por mi vida, y ahora en la tranquilidad de mi alma, y de esta ciudad, medito cada hora sobre ello.
Ahora que el silencio de mi alma intensifica mis sentidos y mis reflexiones se centran en el canto de los pájaros y el apurado ir y venir de los hombres.
Ahora que ciudadano del mundo, con mucha tranquilidad, veo acercarse frecuentemente hacia a mí a los niños, riendo entre ellos, mientras me señalan, o me tiran piedras y gritando:
¡Ahí está el loco!
¡Ahí está el loco!
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