“Chota mía, lo que te da carácter
son tus hombres eficaces como tiro de fusil
y tus mujeres ágiles con ternura de torcaz”..

Anaximandro Vega M

7/06/2010

Criterios

LA HERENCIA SARAMAGO
Blasco Núñez Carranza



“Aunque ya se sabe que con la muerte no se puede uno reír mucho porque es ella la que acaba riéndose de nosotros. Es mejor pensar que la muerte no es entidad ni una dama que esté ahí fuera esperándonos, sino que está dentro de nosotros, que cada uno la lleva dentro y cuando se ponen de acuerdo el cuerpo y ella, se acabó”. Predestinaba, así el escritor lusitano José de Souza, más conocido como José Saramago. “Saramago” en honor a una hierba amarga como sintió el sabor de la sociedad capitalista. Esta voz que deja una herencia incomparable se apagó el 18 de junio 2010, allá en Europa, pero que es universal. El autor del “Evangelio según Jesucristo” donde humaniza al divino Mesías y, además, Premio Nobel de Literatura 1998, en su última novela: “Las intermitencias de la muerte”, recrea: “La muerte en un gran negocio y no siempre muy limpio, si la muerte desapareciera de repente, si la muerte dejara de matar, mucha gente entraría en pánico: funerarias, aseguradoras, residencias de ancianos… y eso sin hablar del Estado, ya no sabría cómo pagar las pensiones”. La obra empieza con la frase “Al día siguiente nadie murió”. Con ello pensaba hacer reflexionar: “¿Qué pasaría si fuéramos eternos? Entonces los cristianos tendrían que convocarse en oración para pedir que vuelva la muerte porque las religiones cristianas se alimentan de la muerte. Sin la muerte y la resurrección, la religión no podía seguir diciendo que nos portemos bien para vivir la vida eterna en el más allá. Si la vida eterna estuviera acá…” El escritor autodidacta habría dicho alguna vez que si hubiese muerto a los sesenta años nadie lo hubiera conocido, pues a esa edad publicaba su primera obra literaria “tierra de pecado”. Incansable defensor de los derechos humanos y, por ende, de las clases oprimidas. Nacido en la humilde aldea de Ribatejo Azinhaga (Portugal) en 1923, filosofaba, no entender con la globalización que tengamos mucha información y sepamos cada día menos. Cuando fue galardonado con la máxima corona de las letras universales, sus amigos fueron los que más celebraron, entre ellos Mario Benedetti, quien escribió un artículo titulado: “La persona Saramago”, donde resaltaba una paradoja, que justo cuando se anunciaba la concesión del Nobel a un escritor comunista, adverso a las convicciones del Vaticano, el Papa, a su vez, beatificaba a un croata fascista. Fue partidario de las reivindicaciones de los pueblos por sus derechos. Por otro lado alentaba una huelga permanente de los fabricantes de armas lo que no atenido eco. Frente a la postura cruel de los energúmenos capitalistas, la voz de Saramago, estuvo y estará presente plena de ideales socialistas. El autor de la “Balsa de piedra” que por sus condiciones modestas no tuvo más educación que las enseñanzas de su abuelo, de quien dijo en la primera línea del discurso de recepción del Premio Nobel: “El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir”. Se apaga una gran razón humana, nos toca desarrollar su heredad.

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