LA PEÑA QUE TIRITA
Ricardo Quiroz Mejía
Mi abuelo me contó, que antes, estas tierras eran muy productivas, los maizales, las papas, los frijoles y alverjas daban en abundancia, hasta que algo sucedió. Mi abuelo, me dijo, que un día, apareció en este lugar una anciana. Ella visitó a los habitantes del caserío de Cañaripampa, pidiendo limosna. Encontró a un campesino, cosechando sus papas y, le pidió una, para preparar su alimento, explicando la anciana que llevaba casi una semana sin probar bocado; mas éste, negó la petición. Prosiguió la anciana, faldas arriba y, encontró a una mujer ordeñando sus vacas, los baldes rebalsaban de la leche fresca y espumante, la anciana pidió le regalará una tasa de leche para saciar su sed, explicando que no probaba bocado, hacia casi una semana; pero ésta también negó la solicitud, argumentando que todo estaba ya vendido. Entonces prosiguió su peregrinación, la anciana, desilusionada de estas personas, hasta llegar a una casa muy humilde, que a duras penas se mantenía en pie, por obra, seguramente del divino, el techo, consistía en paja rala y envejecida, la pared de tierra, que con el paso de las décadas, había comenzado a desboronarse, la puerta de ingreso al hogar eran unos maderos corbos y apolillados. Ahí en esa humilde vivienda, encontró a una mujercita, de rostro agrietado y maltratado por la indigencia, la anciana, quiso pasar de largo, pues, ¿qué le podría ofrecer esta pobre mujer?; pero el hambre, le hizo hacer una tercera solicitud, entonces, antes que terminará de hablar la anciana, la humilde mujer, le ofreció de beber y comer un huevo sancochado, el único que sin duda, era el alimento de la señora. Por ese acto, la anciana, pidió las cascaras del huevo y regó en un rincón de la casa, aseverando, “mañana, obtendrás un pago, por tu bondad”, y se retiró de la casa, advirtiendo a lo lejos, “mas, ay de aquellos, que su avaricia no tiene límites”. Al día siguiente, la mujer despertó con el bullicio de decena de polluelos; pero en las partes bajas, la tragedia sucedió. La tierra tembló, hasta el punto de abrirse y tragarse todo, sin dejar rastros de vida alguna, desde entonces, en este lugar, la tierra ha quedado árida e infértil, y siempre se producen temblores y extrañas explosiones, como ésta que nos han enviado a cubrir para los medios locales. La tierra tiembla y, todo en las faldas se vuelve escombros, pero en la peña que tirita, la casita, se mantiene a pesar de su estructura debilitada y humilde.
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